lunes, 30 de diciembre de 2013



A 26 años del nacimiento de la "felicidad" sintética

01:18 30/12/2013
Hace un cuarto de siglo que nació la fluoxetina, mejor conocida como Prozac. Desde entonces los antidepresivos han desarrollado una vertiginosa carrera que los transformó en una de las drogas legales más consumidas del mundo. De los antipsicóticos a las modernas drogas selectivas que prometen calmar el dolor y los fantasmas de la psiquis.
Desde hace 26 años que la versión sintética de la "felicidad" viene en frasco chico. En diciembre de 1987 la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos aprobó la comercialización de la fluoxetina (Prozac), probablemente una de las drogas legales más vendidas de la historia junto con la aspirina, el café y los cigarrillos.

El Prozac nació para controlar –en palabras más o menos de Sigmund Freud– el malestar con el que conviven las personas en un ambiente comunitario. En sus inicios fue pensada para combatir la depresión pero su principal uso aun es ayudar al paciente a tolerar las ebulliciones que se filtran de sus fracturas psíquicas a un precio accesible, de un modo eficaz y con efectos secundarios en eterna discusión.
El Prozac fue el "Adán y Eva" de una numerosa familia de antidepresivos modernos. A 13 años de haber cruzado la frontera del nuevo milenio se conoce bastante acerca de cómo funcionan los circuitos del cerebro humano pero la ciencia todavía apunta con su arma a un objetivo que se encuentra al otro lado de una habitación a oscuras. Ahora sabemos qué papel cumplen en el cuerpo y en el alma la serotonina y la dopamina, dos neurotransmisores sobre los que actúan las moléculas sintetizadas por los laboratorios. Cada año esta industria factura 21.000 millones de dólares. Sólo en los Estados Unidos se mueven 10.000 millones.
La relación entre los antidepresivos y la productividad de los individuos es innegable. Las drogas legales, el café entre ellas, ayudan a la sociedad a mantenerse en ritmo. La clave de su éxito radica en los efectivos que son para contener sintomatologías adversas. Durante décadas el "malestar" fue tratado con ansiolíticos o antipsicóticos, es decir, química capaz de anestesiar la dinámica cerebral. Algunos como el filósofo Antonio Escohotado ("Historia de las drogas") las denominaron "chalecos de fuerza químicos". Un medicamento como la cloropromazina (sintetizada a partir de la alteración de un antihistamínico al agregarle un átomo de cloro y conocida como Torazina) se destinó a enfermedad mentales –en tiempos no tan lejanos consideradas posesiones demoníacas– como la psicosis pero también, de paso y con los años, sirvió atacar las consecuencias de lo que hoy conocemos como neurosis. Gente normal torturada por sensaciones anormales. Entre 1952 y1953 unos 4 millones de pacientes fueron recetados con Torazina en Estados Unidos. Uno puede sospechar que se trata de una cifra llamativa de "psicóticos".
La aparición del Prozac cambió por completo la forma en que veíamos los remedios psiquiátricos hasta ese momento. Fue conocida como "la pastilla de la felicidad" por su acción más o menos directa sobre la depresión. La píldora motivó la aparición de incontables libros, entre ellos "Nación Prozac" de Elizabeth Wurtzel (que a su vez llegó al cine con Christina Ricci y Jessica Lange) e informes periodísticos. Y podría decirse que estuvo "de moda" entre los integrantes de la "Generación X" que alegaba que la felicidad podría quedar contenida en los límites de una cápsula. No debe haber sido fácil explicar en los 80 cómo actuaba la fluoxetina. No era, no es, un calmante hijo de las versiones sintéticas del opio como las benzodiazepinas, depresores del sistema nervioso. Sus efectos por el contrario se hacen evidentes recién a las dos o tres semanas. Para esto el laboratorio Eli Lilly repartió 50.000 unidades de un manual para médicos de cabecera que tenían la opción de recetarlo. Diez años después de su aparición la empresa ganaba 2.500 millones de dólares y su competencia Pfizer, 1.000 millones, con un medicamento similar, Zoloft. La fluoxetina, como quedó demostrado, actuaba contra la ansiedad, los ataques de pánico y síntomas difíciles de precisar por los enfermos que hacían imposible su rutina diaria.
Los laboratorios documentaron en 1974 que la fluoxetina era capaz de demorar el ciclo de absorción de la serotonina, un neurotransmisor asociado a los cambios del ánimo y que regula hasta el ritmo cardíaco. En términos un poco más precisos, los ISRS incrementan los niveles extracelulares de serotonina al inhibir su recaptación hacia la célula presináptica. Esto aumenta la cantidad de serotonina disponible en el circuito cerebral. En personas con depresión o angustiadas fueron detectados menores "volúmenes" del neurotransmisor. Los agentes de última generación presentan diversos grados de selectividad para otros transportadores.
La venlafaxina, por ejemplo, actúa además sobre la noradrenalina y la dopamina. Y en la región también comenzó a venderse la desvenlafaxina, otro inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina. Si andamos cortos de serotonina probablemente tengamos un mal día. Hay alimentos que influyen en su producción como los chocolates, los frutos secos y, en otro orden, el ejercicio físico también colabora lo suyo. Cada año en los Estados Unidos se gastan 130.000 millones de dólares en investigaciones destinadas a crear o mejorar medicamentos de este tipo. "Seguimos estando un poco a ciegas. No hay tal cosa como ratones o conejillos de indias deprimidos", ha dicho Stafford Lightman de la Universidad de Bristol. En la sociedad contemporánea todavía predomina el mito de que los antidepresivos son para los "locos". Pero algunos especialistas afirman que habría que quitarles esta carga. "Al final, se trata de seguir con la vida. He visto a bastante gente luchar contra la depresión. Eso no me parece justo", declaró a la prensa europea Ian Anderson, profesor en psiquiatría de la Universidad de Manchester. En el Viejo Continente en 2010 una de cada 10 personas había tomado antidepresivos, según un estudio del Instituto para el Estudio del Trabajo en Bonn. Mientras que en la Argentina se gastan más de 400 millones de pesos anuales en antidepresivos.
En los foros, pacientes dejan comentarios acerca de cómo resultó su experiencia con los antidepresivos. "Hertormanía", por ejemplo, publicó una lista comentada de antidepresivos. De la fluoxetina dice textual: "Fluoxetina (no funciona como antiobsesivo, pero me quita el hambre, y ya he perdido 6 kilos en menos de 2 meses, con lo cual t ves mejor. y t sube así la autoestima. Ver la comida t da asco. Fantástico) a 60 mg diarios, eso sí".
Los antidepresivos han estado históricamente ubicados por sus detractores en dos extremos de un largo pasillo. Existen estudios que asocian su consumo a tendencias suicidas en adolescentes y jóvenes, mientras que otros aseguran que las píldoras no son efectivas. A principios de este año un equipo de investigadores de la Universidad inglesa de Hull realizó un metaanálisis de 47 trabajos publicados y no dados a la publicidad en el que se concluye que el beneficio de los antidepresivos no era superior al de la pastilla de placebo.

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