LA CURA DE LA UVA
Por el Dr. Eduardo Alfonso
Son los frutos en racimo de la Vitis vinífera, de la familia de las Ampelídeas. Existen, además de la vid común, europea y asiática, otras especies americanas, como la rupestrix, oestivalís, cordifolía, etc., que comprenden diversas variedades.
La mayoría tienen una gran cantidad de azúcar facilísimamente asimilable (20 por ciento), llamado levulosa, que las hace ser un magnífico alimento muscular. Con tres kilogramos diarios de uvas solamente, se puede vivir y aun aumentar de peso. Las uvas secas, llamadas pasas, contienen un 61 por 100 de azúcar asimilable, por lo que son uno de los alimentos que en menos peso más nutren, resultando así de los más económicos y un precioso recurso en tiempo de invierno.
Contienen también las uvas 1% de albúmina y 1% de sales minerales vitalizadas (sulfatos, fosfatos, silicatos, malatos, citratos, racematos), y las pasas 2 % de albúmina y 1,5 de sales. El hollejo y las semillas son laxantes, propiedad que es reforzada por el ácido tartárico que contienen.
Las propiedades curativas de las uvas son conocidas desde Hipócrates, y han sido aplicadas en todas las manifestaciones del artritismo, bajo el nombre de cura de uvas (ampeloterapia).
Las uvas forman parte de los cuatro frutos pectorales (dátiles, higos, azufaifas y pasas) y tiene propiedades antiinflamatorias y regula las de las secreciones, debidas a sus ácidos libres.
El azúcar de las uvas tiene la propiedad de disolver las sales de cal (fosfato y carbonato), por lo que es indispensable para evitar el acúmulo de depósitos calcáreos en los tejidos, que son características de la vejez, y para regular el cambio de sales calizas en los órganos en crecimiento, por lo cual son insustituibles en los niños, que por instinto desean el valiosísimo fruto.
Este azúcar de uva, desde el momento en que es convertido en parte, en el estómago, en ácido láctico (que es uno de los agentes de la digestión estomacal), justifica su aplicación en las dispepsias alcalinas debidas a la disminución de la acidez del jugo gástrico. Las uvas, además, aumentan la secreción biliar (colagogo) fortalecen la circulación, estimulan los centros nerviosos y proporcionan un admirable grado de nutrición, vigor y pureza de la sangre.
Consecuencia de tan maravillosas propiedades del insustituible fruto, es su empleo en inflamaciones y desarreglos del tubo digestivo (hígado y bazo), muchas afecciones respiratorias y circulatorias, cálculos y otras enfermedades de los órganos genitourinarios, males de la nutrición y algunas intoxicaciones, en los convalecientes, etcétera.
La "cura de uvas" ha sido elogiada desde la más remota antigüedad como un admirable recurso terapéutico. Plinio, Galeno y otros sabios hicieron su apología. Las uvas obran como agente alcalinizante, cuyo principio activo más importante es el carbonato de potasio, formado en el organismo por la transformación de las sales anteriormente citadas.
He aquí como recomienda la cura de uvas el profesor Garrido-Lestache, en los siguientes párrafos, al final de los cuales termina dándonos la razón a los que sostenemos la creencia en la naturaleza frugívora del hombre:
"El modo de tomarlas es el siguiente: En ayunas la mitad de la dosis diaria, empleando en tomarla de veinte a cuarenta minutos. El tercer cuarto, al mediodía, y el último cuarto a media tarde. Durante la cura conviene hacer mucho ejercicio en proporción con el tostado patológico del sujeto: varios kilómetros de marcha para un gotoso robusto, unos cuantos kilómetros, graduados minuciosamente, para un cardíaco, cuya compensación deje que desear.
Cualquier clase de uvas es buena para realizarla, pero es preferible el "albillo" conviniendo emplear con moderación, acaso excepcionalmente, el moscatel y otras uvas muy ricas en azúcar, tanino, etc. Hay que recoger la uva en el momento de ir a comerla, pues si lleva varias horas fuera de la cepa y con mayor motivo varios días, es uva muerta, cuyos fermentos se modifican con rapidez y cuya composición molecular no tarda en ser muy diferente de la uva comida en la cepa misma.
Antes de la guerra europea varias sociedades vitícolas exprimían uvas inmediatamente después de haberlas vendimiado, esterilizaban el zumo obtenido y lo embotellaban de manera aséptica. Decían que con esto resultaba posible la cura de uvas a domicilio y en toda estación. Como medicamento aquel zumo de uvas era muy de recomendar, pero en modo alguno podía sustituir a una cura de uvas.
Hay que lavar cuidadosamente las raciones con agua fresca. Los granos de uva deben ser cuidadosamente masticados y los enfermos que no posean un estómago fuerte, deberán escupir los hollejos y las semillas. Debe principiarse tomando 500 gramos para llegar al cabo de unos días a la dosis máxima: 2000 y 2500 gramos; tres kilos representa una dosis considerable; cinco kilos empleados por ciertos especialistas renanos, parecen peligrosos, salvo para los alemanes, cuyo estómago es muy resistente.
Debe vigilarse el régimen alimenticio durante la cura, suprimiendo los alimentos que se digieren con dificultad (salsas, grasas, etc.), y los que se toman crudos (ensaladas, frutas, etc.), y no debe beberse vinos, cerveza, té, café y licores. Debe cuidarse bien la dentadura y las encías, cepillando cuidadosamente los dientes después de cada toma de uvas, utilizando polvos dentífricos alcalinos.
La duración de la cura son dos, tres, excepcionalmente cuatro o cinco semanas. La cura de uvas es muy útil a los que tienen estados constitucionales que dependen de la discrasia ácida (gota, artropatías crónicas gotosas, uricemia), afecciones gastrointestinales, enfermedades del hígado, aparato urinario, anémicos, cloróticos, tuberculosos incipientes, pretuberculosos, etc. Está contra indicada en los individuos que tienen intolerancia gástrica para las uvas (que es rara pero existe), dispepsias hiposténicas, lesiones ulcerosas con hipersecreción, diabetes sacarina, desequilibrio circulatorio de las cardiopatías mal compensadas, nefritis agudas o subagudas de fecha reciente, etc. Una cura de uvas es útil, pero no puede prolongarse mucho su influencia si no va seguida de una modificación profunda en la alimentación habitual del enfermo, sobre todo de los artríticos, uricémicos y oxalémicos, a quienes conviene especialmente la cura de uvas. Hay que prolongarla en el resto del año, recurriendo a un régimen en que predomine la fruta, naranjas, limones, cerezas, fresas (cuando son bien toleradas), grosellas, duraznos y ciruelas.
En las primeras fases de su evolución el hombre era, sobre todo, frugívoro (su dentición lo demuestra) y el régimen frutariano, la cura de uvas, no es, en el fondo, sino un retorno a las condiciones de vida ancestrales, régimen muy bien hecho por oponerse al abuso actual de la alimentación carnea. El hombre no es un carnívoro, Ha llegado a serlo por medio de una lentísima adaptación, y el exceso de carne es para el más peligroso que otro alguno. Para remediarlo, aconséjese el régimen vegetariano y particularmente la cura de uvas".
Fragmento del libro “Curso de Medicina Natural en 40 Lecciones”
Autor: Dr. Eduardo
Editorial Kier
Por el Dr. José Luis Ignatov y la Asociación Interamericana de Biocultura
La uva es una de las mejores y más maravillosas frutas que la naturaleza nos regala. El precioso azúcar que se encuentra en la uva en forma de glucosa o dextrosa es de muy fácil asimilación, y se incorpora a la sangre prácticamente sin ningún esfuerzo digestivo. Es una fruta rica en minerales, especialmente potasio, calcio, fósforo, silicio, hierro, manganeso, sodio y cloro.
Tales sustancias además de ser altamente nutritivas encierran extraordinario valor medicinal.
Si el mundo conociera el valor alimenticio y curativo de la uva, no cometerían el error de transformar tan excelente fruta en bebidas alcohólicas perjudiciales a la salud; sabrían aprovechar tales sustancias como alimento y remedio; ahorrarían mucho dinero en drogas y vivirían mucho más felices.
La uva es un excelente alimento para niños y adultos. Los niños que desde los primeros días de vida son alimentados con zumo natural de uvas, se desarrollan de una manera extraordinaria, tanto física como mentalmente. Este zumo se prepara exprimiendo las uvas y pasándolas por un colador; se comienza dando una cucharadita de este zumo antes de la mamadera, a los 15 días. Al mes se le dan dos cucharaditas, y así se va aumentando paulatinamente hasta que a los tres meses se le puede dar 50 gramos en cada vez, dos veces por día, ya sea con la mamadera o en los intervalos. El zumo se le dará en el biberón.
Hay que tener la precaución de lavar muy bien las uvas antes de comerlas, pues es una fruta a la cual se aplican venenos muy tóxicos en su cultivo, especialmente el sulfato de cobre.
En la temporada se deben comer uvas en abundancia, no como postre (pues no combinan con verduras y alimentos salados), sino usando sólo uvas en una comida, por ejemplo en el desayuno o en la cena.
Zumo de Uvas
Es una bebida sin alcohol preparada de las uvas exprimidas, y que se guarda en botellas durante todo el año.
Es un alimento delicioso y altamente nutritivo, muy recomendado para los convalecientes, parturientas, tuberculosos, anémicos, en casos de fiebre y muchas otras enfermedades.
El zumo así preparado conserva el gusto delicioso y natural de las uvas, y puede ser usado para refrescos mezclado con un poco de agua.
Manera de preparar Zumo de Uvas al Natural
Se eligen uvas bien frescas y dulces, de preferencia las francesas o la uva chinche; se colocan las uvas desgranadas y lavadas en una olla grande al fuego hasta el punto de ebullición (cuando empieza a hervir); luego se exprimen bien, pudiendo para esto usar una tela metálica muy fina; seguidamente este zumo ya exprimido se pone al fuego hasta el punto de hervir; en otra olla grande se ponen las botellas en agua fría y luego se pone la olla en el fuego, hasta que hierva el agua. Cuando el zumo comienza a hervir, se embotella en las botellas calientes, las cuales se tapan bien, ya sea con la tapita metálica o con corcho. Después de envasado, las botellas deben ser sumergidas totalmente en el agua y llevadas al fuego hasta que el agua hierva. A esta altura está terminado el proceso y el zumo puede guardarse durante todo el año.
La Uva en la terapéutica Natural
Lo que sigue es un extracto de los comentarios del investigador doctor L. Ochoa, sobre las cualidades medicinales de esta importante fruta.
El tratamief1to de las enfermedades por medio de la uva se denomina ampeloterapia (del griego «ampelos», vid).
La cura de uvas fue empleada desde épocas muy antiguas en una multitud de males; fue recomendada por Plinio, Celso, Dioscórides y Galeno y en general todos los antiguos romanos familiarizados con la cura de uvas, pues la usaban para combatir las inflamaciones del estomago, males del hígado y vesícula biliar, hidropesía y condiciones febriles en general.
Durante la Edad Media cayó casi en completo desuso, pero en los tiempos modernos nuevamente adquirió su antiguo prestigio.
Esta cura es eminentemente alcalina y Buchard la ha calificado de “tratamiento alcalino potásico tan potente como inofensivo”.
Las uvas actúan como atemperantes del grupo de las sales vegetales, por el ácido tartárico que encierran, y su acción fisiológica es la misma que la de los carbonatos alcalinos, por esto obran como eliminadoras y diuréticas.
Como alimento producen o favorecen el desarrollo de fuerza en el organismo. Una vez digeridas se modifican apenas con el jugo gástrico y se queman con suma facilidad. El ácido tartárico origina en el organismo tartratos que después se convierten en carbonatos.
Por otra parte, el azúcar de uvas o glucosa posee la cualidad de disolver las sales de calcio, o sea fosfatos y carbonatos, siendo por esto imprescindible par evitar que se acumulen depósitos de materia calcárea en los tejidos durante la vejez, y para regular los cambios de las sales de calcio en los órganos que se hallan en crecimiento durante la niñez.
La cura de uvas consiste en la ingestión de ½ kilo de uvas el primer día, aumentando gradualmente los días sucesivos hasta llegar a 3 kilos; excepcionalmente puede sobrepasarse esta cantidad. Cada día se divide en 3 o 4 porciones, debiendo ser la primera dosis de la mañana la más abundante, y tomada en ayunas.
Puede durar esta cura varios días o semanas según las diferentes circunstancias del paciente, pudiéndose aún prolongar más tiempo, ya que la uva encierra elevada proporción de glucosa que la hace muy energética; de aquí que se pueda soportar más tiempo que la que requiere la cura de manzana, por ejemplo.
Para la cura de uvas habrá que disponer de las frescas, es decir de las recién recogidas (mejor si el enfermo pudiera tomarlas en la misma viña); luego se las lavará perfectamente y serán muy bien masticadas, en especial los hollejos; pero los pacientes de estómago débil deberán prescindir de las semillas y la piel.
Durante esta cura se evitará la carne, harina y todos aquellos alimentos de difícil digestión, como son grasas, condimentos, etc., así como los alimentos crudos, frutas, ensaladas, etc. Se suprimirá también toda clase de bebidas alcohólicas y estimulantes, como café, chocolate, etc., lo mismo que las aguas minerales y la leche. A algunos sujetos les está permitido usar con cada ingestión de uvas durante esta cura, una rebanada de pan integral de trigo.
Algunas veces ocurren desagradables efectos o diversas reacciones en los comienzos de la cura de uvas, como diarreas, dolor de muelas, y en 135 personas de constitución sensible, angustia, palpitaciones del corazón, perturbaciones del bazo, hemorragias nasales, etc.; sin embargo, todo esto no debe causar ninguna alarma, ya que son simplemente signos de la «muda» del cuerpo.
Además, durante esta cura se ha demostrado que en un caso de enfermedad hay una capa de mucosidad adherida a 135 paredes intestinales, y como puede comprenderse fácilmente el alimento asimilado a través de dicha capa entrará 31 cuerpos en una condición envenenada. Las uvas, pues, parecen ser los disolventes de dichas mucosidades a las órdenes de 13 Naturaleza. Cantidades de mucosidades en forma de hileras viscosas 0 bola y secciones de fangosas membranas intestinales enfermas, son lavadas por 135 irrigaciones del colon. Al mismo tiempo, el aliento se vuelve fétido, los poros obstruidos y 13 orina espesa; es decir, que todas las avenidas de eliminación han sido aceleradas por la química de la uva.
La cura de uvas se puede practicar para las siguientes enfermedades: reumatismo, gota, artritismo, cálculos hepáticos y renales, enfermedades de los riñones, hemorroides, escrofulismo, tumores, enfermedades nerviosas, neurastenia, enfermedades gastrointestinales, trastornos digestivos, dispepsia, catarro intestinal, acidez gástrica no aguda, colitis mucomembranosa, diarreas crónicas, hiperemia, uremia, cistitis, anemia, clorosis, ictericia, enfermedades del sexo femenino, bronquitis, tuberculosis pulmonar, asma, catarro anual de la nariz, epilepsia, bocio, cataratas, intoxicaciones por el plomo y el mercurio, etc.
Posiblemente no faltará quien diga que el hecho mismo de recomendarse esta cura en tantísimas enfermedades es una farsa; esta observación sería justificada si la cura de uvas atacara solamente los síntomas. Además, es una prueba de la creencia expresada por Sir Arbuthnot Lane, que «solamente hay una causa de enfermedad». Todos los venenos nosotros los manufacturamos dentro de nuestros propios cuerpos, con los alimentos inapropiados que consumimos.
La uva, como una fruta disolvente y eliminadora, tiende a aumentar la actividad intestinal, ejerciendo una acción laxante, debido también a su alto contenido en azúcar junto con el ácido tartárico.
Además, posee la propiedad de desembarazar el cuerpo de excesiva e indeseable agua, por estimulación de la actividad renal. Se cree también que el azúcar que encierra tiene una favorable acción sobre la putrefacción intestinal.
Desde que se ha encontrado que las uvas ejercen un efecto estimulante sobre las paredes de los intestinos, se recomienda en los casos crónicos de catarro intestinal con estreñimiento. También en los casos de catarro intestinal con diarrea y putrefacción anormal, la acción antiséptica de las uvas puede entrar asimismo en juego.
Muchos médicos franceses han dado a conocer los favorables resultados que han obtenido con la cura de uvas en casos crónicos de enfermedades de los riñones, y otros 13 han encontrado de gran valor para la gota, obesidad y ciertas afecciones pulmonares.
La erupciones de la piel, salpullidos, ronchas y escozor, debido a envenenamientos por putrefacción en los intestinos, han sido disipados con generosas porciones de uva; ésto, como sabemos, debido a la acción antiséptica que ejercen las uvas sobre los procesos de descomposición ya la directa acción laxante sobre la pared intestinal, librando de este modo de todas las materias de desecho.
El efecto, pues, que produce la cura de uvas, es el de un lavado interno del organismo, a semejanza de otras bebidas similares o curas de eliminación. Aparte de la remoción de morbosidades, sustancias tóxicas y del lavado de la sangre, hay un reacondicionamiento y reconstrucción de sangre por reemplazo de la eliminación mineral, elevando la alcalinizad de aquella a causa de su alto contenido alcalino.
La eliminación de orina es acrecentada y su reacción ácida se torna alcalina; el ácido úrico disminuye, el apetito es mayor y, en consecuencia, hay mayor actividad y mejor digestión.
Ya que esta cura consiste, como hemos dicho, en una suave y agradable eliminación y limpieza, está también indicado en casos de digestión lenta e hiperacidez de la sangre, donde los productos venenosos de eliminación se acumulan en las venas, articulaciones y otros tejidos, por lo cual todo el organismo es purificado y se efectúa el retorno a un normal proceso eliminatorio.
La aplicación de la cura de uvas incluye, por esto, la gran masa de desórdenes de la asimilación; desde el simple exceso de ácido úrico a la obesidad, reumatismo, gota y la gran multitud de enfermedades grumosas de la sangre, y desde el general y local estancamiento sanguíneo hasta los males nerviosos y, algunas veces, hasta las afecciones asmáticas. "Los ácidos orgánicos de la uva son fuertemente antisépticos, y sus efectos sobre las encías y los dientes son muy valiosos pues no siempre conviene hacerse arrancar los dientes al primer síntoma de dolor, ya que ha sido comprobado que una excelente dieta de uvas de unas pocas semanas de duración hace desaparecer los venenos que se hallan en las raíces, que a menudo son ellos los que originan los dolores.
Las uvas verdes son excelentes para la sífilis, debido al arsénico que contienen.
Una manera espléndida de efectuar un diagnóstico del estado de la salud, es someter al enfermo a una cura de uvas, pues muchas condiciones existentes en su cuerpo y que no las notaba sino vagamente se tornan aparentes durante esta cura.
El valor terapéutico de la uva es, pues, inestimable, por ser un tónico maravilloso. Guarda una reacción vital con el elemento principal (proteínas) del protoplasma de la célula, ya ello se debe el que sea un rápido reparador del tejido destrozado. Se mantiene, pues, preeminente como un constructor de músculos.
Es recomendable durante la cura de uvas practicar ejercicios físicos, de acuerdo, naturalmente, con la constitución y enfermedad del paciente.
Los individuos con salud normal también pueden hacer uso de esta cura una o dos veces por semana, con la seguridad de no sufrir malos efectos sino, por el contrario, sólo beneficio de una vez; no perderán peso y podrán emprender sus ocupaciones como de costumbre.
El hecho de que la uva se produzca solamente 3 o 4 meses al año, debe ser tomado en consideración para aprovechar en lo posible, en dicho tiempo, las virtudes valiosísimas de esta fruta.
La cura de uvas en América es nueva, pero en Europa, y sobre todo en muchas regiones de Francia, Italia, Suiza, Alemania, etc., ha sido practicada por todas las gentes por cientos de años.
Fragmento del libro “Como Vivir Sano”
Autor: Asociación Interamericana de Biocultura
Asesor médico: Dr. José Luis Ignatov
Editorial Renuevo
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